Con la llegada del buen tiempo, cambian los horarios y el tipo de actividades, la ropa es más ligera… y también los zapatos. Pero la rutina que repetimos cada año de guardar los zapatos cerrados y sacar las sandalias puede tener consecuencias si no lo hacemos de forma consciente.
Desde el Colegio Profesional de Podólogos de Andalucía te damos algunas recomendaciones para hacer este cambio de calzado de forma adecuada:
1. Alterna calzado cerrado y sandalias durante los primeros días
No es buena idea pasar del zapato cerrado a la sandalia de golpe. Tus pies necesitan un pequeño periodo de adaptación para enfrentarse a un tipo de calzado más expuesto al exterior. Alternar ambos durante varios días ayuda a prevenir rozaduras, sobrecargas y dolores en el talón o el arco plantar.
2. Revisa tus sandalias del año pasado
Antes de usarlas de nuevo, echa un vistazo a su estado: ¿tienen la suela desgastada? ¿Han perdido su forma original? ¿Las tiras sujetan bien? Si ves que el calzado está deformado o ha perdido amortiguación, lo mejor es no seguir utilizándolo, ya que podría favorecer desequilibrios en la pisada y sobrecargas musculares.
3. Evita el calzado sin sujeción
Las sandalias tipo chancla, que no se ajustan al pie, obligan a hacer un esfuerzo extra con los dedos para sujetarlas al caminar. Esto puede derivar en sobrecargas, dolor en el empeine y alteraciones posturales. Elige un tipo de calzado que se adapte bien a tu pie y tenga una buena sujeción, especialmente en el talón.
4. Apuesta por materiales transpirables y flexibles
El calor y la humedad favorecen la aparición de hongos, ampollas y malos olores. Por eso es fundamental que el calzado esté fabricado con materiales naturales o transpirables y que tenga una suela flexible, que permita el movimiento natural del pie al caminar.
5. No estrenes sandalias para largas caminatas
Las sandalias nuevas también necesitan un periodo de adaptación. Úsalas en tramos cortos al principio, para comprobar que se ajustan bien, que no rozan en ningún punto y que te resultan cómodas. Evita llevarlas por primera vez en excursiones, ferias o viajes donde vayas a caminar mucho.
6. Visita al podólogo antes de que aparezcan los problemas
El mejor momento para cuidar tus pies es antes de que aparezcan síntomas preocupantes. Una revisión podológica puede ayudarte a detectar y corregir pequeñas alteraciones que, con el uso del calzado de verano, podrían agravarse. El podólogo también puede asesorarte sobre el tipo de zapato más adecuado según tus necesidades, tu pisada y tu estilo de vida.
En definitiva, cambiar el calzado con la llegada del calor es algo necesario, pero no siempre lo hacemos bien. Siguiendo estos consejos y acudiendo al podólogo cuando sea necesario, te asegurarás de que tus pies se adapten a la nueva temporada sin sufrir molestias ni dolor.