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Los podólogos estamos familiarizados con una amplia variedad de condiciones que afectan a los pies, y que pueden impactar significativamente la calidad de vida de nuestros pacientes. Entre ellas, el Pie valgo es una que merece una atención especial debido a su prevalencia y a las implicaciones que puede tener en la salud podal a largo plazo. 

El Pie valgo es una deformidad común que se caracteriza por:

  • Una inclinación hacia adentro del talón.
  • Un arco medial colapsado.
  • Una apariencia plana del pie, derivada de estos factores

Esta condición puede ser congénita o adquirida, y puede afectar a personas de todas las edades, desde niños hasta adultos.

 

¿Congénito o adquirido?

Existen varias causas que pueden contribuir al desarrollo del Pie valgo. En algunos casos, puede ser hereditario, lo que significa que hay una predisposición genética a la condición. Además, factores como el uso de calzado inadecuado, el sobrepeso, lesiones previas en el pie o tobillo, y actividades que implican una presión excesiva sobre los pies pueden aumentar el riesgo de desarrollar esta deformidad.

Los síntomas del pie valgo pueden variar desde molestias leves hasta dolor intenso en el pie, tobillo, rodilla, cadera y zona lumbar. Los pacientes pueden experimentar fatiga en los pies -entendiéndose ésta por pesadez, sensación de agotamiento o malestar prolongado-, dificultad para caminar o correr, y sensación de inestabilidad al estar de pie. A largo plazo, el Pie valgo no tratado puede provocar complicaciones como el desarrollo de juanetes, callosidades, espolones óseos y problemas de postura. 

En estos casos, desde el Ilustre Colegio Profesional de Podólogos de Andalucía recomendamos acudir al podólogo para que realice una quiropodia para descargar la presión del pie.

El diagnóstico de esta patología implica una evaluación exhaustiva de la historia clínica del paciente, un examen biomecánico detallado y, en algunos casos, pruebas de diagnóstico por imágenes como radiografías. Una vez confirmado el diagnóstico, el podólogo decide el tratamiento, que puede incluir medidas conservadoras como el uso de plantillas ortopédicas para corregir la alineación del pie, ejercicios de fortalecimiento y estiramiento, terapia física, y modificaciones en el calzado. En casos más graves o que no responden al tratamiento conservador, puede ser necesaria la intervención quirúrgica para corregir la deformidad y aliviar el dolor.

 

Tratamiento y prevención

Si bien el Pie valgo puede ser difícil de prevenir en algunos casos, existen medidas que pueden ayudar a reducir el riesgo de desarrollar esta condición o a minimizar su impacto. Esto incluye usar calzado adecuado que brinde soporte y amortiguación, preferiblemente con cordones; mantener un peso saludable y controlado en el tiempo; evitar actividades que ejerzan presión excesiva sobre los pies y realizar ejercicios de fortalecimiento y estiramiento regularmente.

En definitiva, el Pie valgo es una condición podológica que requiere una atención cuidadosa y un enfoque multidisciplinar para su manejo efectivo. Como podólogos, estamos comprometidos a ayudar a nuestros pacientes a comprender y abordar esta patología de manera integral, con el objetivo de mejorar su calidad de vida y promover la salud podal a largo plazo. Recuerda: si tienes preocupaciones o dudas sobre la salud de tus pies, no dudes en consultar a un podólogo.

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