En ‘Músculos. Pruebas y funciones’ de Henry Otis Kendall se define la postura como “un estado compuesto del conjunto de las articulaciones del cuerpo en un momento determinado”. Es decir, la postura es la manera en la que el ser humano dispone de su cuerpo y los diferentes mecanismos que se emplean para mantener la posición.
La Posturología es el estudio de la estabilidad regida por el sistema postural ortoestático (SPO), que se basa en el ojo, oído interno, la propiocepción -la capacidad que tiene el cerebro para saber dónde están todas las partes del cuerpo en cada momento- y el pie. Esta disciplina permite comprender mejor diversos problemas, como el dolor de espalda, y corregir de raíz el factor mecánico que las produce en vez de proporcionar tratamiento sintomático, que sirve únicamente para paliar las afecciones de forma temporal.
El sistema postural se entiende como una estructura de ‘cadenas’ musculares que derivan en el pie y con varias funciones complementarias, como por ejemplo:
- Luchar contra la gravedad.
- Mantener una posición erecta.
- Oponerse a las fuerzas exteriores.
- Situarnos en el espacio tiempo que nos rodea.
- Equilibrarnos en el movimiento, guiarlo y reforzarlo.
Posturopodia
Según Montalvo (2018), saber analizar la postura es, por tanto, una herramienta necesaria para el podólogo, dado que el pie influye activamente en el mantenimiento de la misma. En la planta del pie y los tendones existen numerosos receptores sensitivos conectados con el resto del cuerpo a través del sistema nervioso que aportan información para gestionar la postura.
Así, los pies poseen una posición biomecánica y sensorial predominante que los convierte en uno de los principales captadores posturales, es decir, en una de las herramientas más importantes que posee el cuerpo humano para mantener el equilibrio global de toda la masa musculoesquelética.
Teniendo esto en cuenta, la Posturopodia es el estudio que permite el tratamiento de los problemas funcionales de la postura y de la estabilidad, usando como intermediario el sistema podal.
La mayoría de podólogos posee un extenso conocimiento sobre el funcionamiento del sistema postural y, por tanto tienen la capacidad de ofrecer tratamientos que modifiquen la postura de cada paciente en base a sus necesidades. Para ello, el recurso más común es la elaboración de plantillas que rectifiquen la entrada podal, es decir, la información que percibe el pie mediante la planta. De este modo, se pueden corregir cuestiones como la tensión en los ligamentos articulares.
Mejorar los síntomas
En este sentido, los podólogos son los profesionales habilitados para la realización de estudios biomecánicos, que sirven para analizar la pisada, y determinar cómo ésta afecta al resto del cuerpo y a la postura de cada persona. Por este motivo, solo el podólogo puede prescribir plantillas adaptadas a las patologías o anomalías del pie.
Aunque la Posturopodia es una parte esencial de la Posturología, la integración de distintas disciplinas, como la Otorrinolaringología o la Oftalmología, puede mejorar los síntomas o proveer un tratamiento más completo a los pacientes que lo necesiten.
Si percibes molestias en la espalda y sientes que puede deberse a tu forma de pisar o notas problemas de estabilidad, recuerda acudir a la consulta del podólogo para que te ofrezca el mejor tratamiento.
Fuente:
- Bricot, B. (2008). ‘Postura normal y posturas patológicas’. ’Revista IPP
- Montalvo, D. T. (2018). ‘Evaluación de la marcha y postura mediante sistema óptico’. Revista española de podología, 29(1), 9.
- Villeneuve, P (2008). ‘Tratamiento postural y ortesis podal: ¿mecánica o información?’. Revista IPP.